Una dieta equilibrada, con menor consumo de carne
La crisis climática que afecta a nuestro planeta -provocada por actividades humanas- requiere actuaciones urgentes y contundentes, y una de ellas es la adopción de conductas como la disminución en el consumo de carne con el objetivo de reducir la emisión a la atmósfera de gases de efecto invernadero.
Datos que se conocen desde hace más de una década, y que indican que la ganadería es uno de los sectores con mayor impacto en el global de emisiones de gases como el metano (procedente en buena parte de la fermentación intestinal de los animales).
En 2006, el informe de la FAO destacó: “el sector ganadero genera más gases de efecto invernadero -el 18%, medidos en su equivalente en dióxido de carbono (CO2)- que el sector del transporte, y también es una de las principales causas de la degradación del suelo y de los recursos hídricos”.
El problema no es que se consuma, el problema es el volumen del consumo.
Una dieta equilibrada, con menor consumo de carne que el promedio actual, puede contribuir a reducir el impacto ambiental del sector ganadero .
Dietas equilibradas
Después de recordar que algunos patrones alimentarios requieren más agua y tierra y provocan, en comparación con otras alternativas, más emisiones de gases que atrapan el calor, se recomienda llevar una dieta equilibrada, donde los productos de origen vegetal sean los principales.
Las dietas equilibradas basadas en alimentos de origen vegetal (como cereales secundarios, legumbres, frutas y verduras) y alimentos de origen animal producidos de forma sostenible en sistemas que generan pocas emisiones de gases de efecto invernadero son una buena alternativa frente al cambio climático limitando sus efectos.
La modificación de los hábitos de alimentación es una de las alternativas -pero no la única- para avanzar en la lucha contra el cambio climático y la degradación del medio ambiente en general y de la calidad de los suelos en particular.
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