Lo singular del damasco: fresco y seco, una bomba nutricional
Con una piel suave y un color naranja brillante, se destacan por su sabor y por ser grandes aliados de una alimentación balanceada. El damasco (o albaricoque) es originario de China como árbol silvestre, pero se cultivó históricamente en Turquía, Irán, Azerbaiyán y Siria. De igual forma, en Argentina, hay cultivos bastante abundantes, principalmente en Mendoza, aunque también se produce en San Juan y Buenos Aires.
Nutricionalmente hablando, sus vitaminas carbohidratos y minerales, varían dependiendo de su estado:
Damasco Frescos
El damasco fresco es bajo en calorías, rico en vitamina A y C, y una fuente excelente de fibra y potasio, nutrientes esenciales para la piel, la vista y el sistema inmunológico. Gracias a sus antioxidantes, combate el envejecimiento prematuro y protege las células del daño oxidativo.
Damasco Seco
Cuando el damasco se deshidrata, concentra un poco más su contenido de azúcar, pero de igual forma, el de nutrientes. Es especialmente rico en hierro, potasio, y fibra, por lo que es ideal como snack energético o para quienes necesitan un refuerzo de hierro. Su sabor, bastante dulce, lo hace un sustituto ideal del azúcar en recetas.
Cómo elegirlos
Se tiñen de rojo donde más les pega el sol, un buen indicio. Si tienen partes verdosas, es mejor dejarlos pasar, ya que probablemente, no hayan madurado bien. Los damascos una vez cosechados, a diferencia de otras frutas, no siguen madurando, por eso, debemos elegir frutas ya maduras, con buen perfume y tiernas por dentro. Una vez en casa, lo mejor es consumir los damascos rápidamente, porque no duran mucho ni siquiera en heladera. podemos tambien congelarlos cortados a la mitad y sin el carozo. Después, les podemos dar más usos y aprovecharlos en cocciones, helados, budines, salsas, licuados…
Qué preparar con ellos
Las recetas dulces clásicas parten desde mermeladas hasta helados, tortas y budines. Podemos hacer galletitas con los damascos secos, que le van a aportar dulzor sin la necesidad de más azúcar. Grillar los duraznos o cocinarlos a la sartén a fuego fuerte con un buen licor, puede ser un buen postre, acompañado de un helado casero.
Siempre podemos incluirlo en recetas saladas, como en un tabule en un cous cous, fresco en alguna ensalada con queso feta o de cabra y nueces, en una salsa para acompañar alguna carne blanca como un pollo al horno o carne de cerdo.